sábado, 15 de diciembre de 2007

NACE EL SOL.

NACE EL SOL. Javier Baptista, S.J.
Nace el sol
sobre los que en la muerte yacen.

Viniste, Señor,
para que los que no ven vean.

Al ciego de nacimiento
le diste la vista.

Acércate a nosotros,
Jesús, luz del mundo.

Entonando cánticos
esperamos tu retorno.

El Cordero Pascual
vino a salvar a su pueblo.

Comprándolas con tu sangre,
puesto en cruz,

Tú viniste en busca
de las ovejas perdidas.

Llévanos, Señor Jesús
a la fuente de agua viva.

Carpe diem.

CARPE DIEM Javier Baptista, S.J.
Carpe diem=Aprieta el día.
Sácale el jugo al día.
Inicia el nuevo día
con ilusión y alegría.
N pienses en el pasado.
El pasado ya pasó
y el futuro no llegó.
Piensa únicamente
en el día de hoy
y en el día de mañana,
ni en lo que vendrá
dentro de un año.
Nunca los esperes
con temor y aprensión.
Toma siempre tres pastillas
de paciencia y buen humor.

TE CANTA EL ALMA CRISTIANA. Javier Baptista, S.J.
Ta canta el alma cristiana,
día de Cristo triunfante,
al comenzar la mañana
esplendorosa y radiante.

Si Cristo ha resucitado,
con él resucitaremos,
pues caminando a su lado
a la muerte venceremos.

El Señor ha resucitado.
Nos ha dado nueva vida.
Ya ha avencido al pecado
con la sangre de su herida.

NO HUYAMOS DEL ESPÍRITU. Javier Baptista, S.J.
No huyamos del espíritu
que ilumina nuestras mentes.
Estando en la noche oscura
nos llegó la luz brillante.

Sigamos nuestro camino
con Jesús resucitado.
Tendremos la vida eterna
si no le damos la espalda.

Nos conduce de la mano
a la alegría sin fin.
Llegaremos a la meta
si su luz nos acompaña.

lunes, 3 de diciembre de 2007

Un ángel periodista

UN ANGEL PERIODISTA. Javier Baptista, S.J.
Gamaliel estaba limpiando enérgicamente los vidrios de una de las ventanas de su cuarto, cuando llamaron a la puerta. Sin interrumpir su trabajo gritó: "¡Pasa!". Entró Evaristo el subjefe de los ángeles periodistas, sección angélica a la que pertenecía Gamaliel. Evaristo notó que el piso estaba recién encerado. Varios periódicos dispuestos de trecho en trecho en forma de sendero, indicaban la dirección que había que seguir para acercarse hasta donde estaba Gamalie. El subjefe de los ángeles periodistas, dando saltos ágiles, avanzaba cuidadosamente, procurando poner los pies sobre los papeles y no sobre el piso encerado.
"¡Pon los pies sobre los papeles!", exclamó Gamaliel, sin interrumpir su trabajo. Su grito hizo asustar a Evaristo en el preciso instante en que se disponía a dar un salto de un papel a otro. Cuando Evaristo resbaló y cayó estrepitosamente, Gamaliel se dio la vuelta: "¡Te dije que pisaras los papeles!". Evaristo sabía que todavía no había entrado a la brigada de periodistas un ángel capaz de ganar una discusión a Gamaliel. Por eso no aludió al incidente ni se excusó ni dio expliaciones. En tono autoritario dijo: "¡Dice el jefe que vayas a verlo inmediatamente!". Gamaliel dio un brinco desde su silla con la intención de plantarse firme y marcial sobre uno de los periódicos, pero el piso estaba encerado, y el papel se deslizó veloz, obligando a Gamaliel a entrevistarse bruscamente con un balde.
El jefe máximo de los ángeles periodistas, Atanasio, era un ángel regordete, rubicundo y de ojos bondadosos. apenas entró Gamaliel a su despacho, le dijo sin preámbulos: "Es necesario que bajes a la tierra y entrevistes a tres cristianos católicos, de cualquier país, edad u ocupación. Averigua si leen con frecuencia la Sagrada Escritura y si la meditan piadosamente. le dijo también que había dado misiones a los periodistas de las otras secciones angélicas para que inculquen a sus encomendados que no se preocupen solamente de solucionar los problemas de este suelo, sino qye además, traten de llegar a las alegrías del cielo. Gamaliel hizo una venia y salió del despacho del jefe.
Volaba Gamaliel plácidamente. Un mar de nubes se extendió debajo de sus alas. De pronto, se destacó a lo lejos, en el cielo, la inconfundible silueta de una nave espacial. Poco después estuvo la nave cerca de Gamaliel. Sin dificultad pudo el periodista introducirse en ella. Los astronautas no advirtieron su presencia, pero sus respectivos ángeles de la guarda saludaron a Gamaliel con una amable sonrisa y la agitación afectuosa de sus alas, tres veces repetida. "La paz esté contigo, Gamaliel". "La paz esté con ustedes, Teodoro y Natanael". El ángel periodista puso a Teodoro y Natanael al corriente de su misión. Supo por ellos que los dos astronautas eran cristianos, y que ambos eran asiduos lectores de la Biblia. "El excelente cristiano confiado a mis cuidados, y que responde al nombre de Tom Fahy, es católico", dijo Natanael. "El excelente cristiano confiado a mis cuidados, y que responde al nombre de Peter Etheridge, es episcopaliano", dijo Teodoro.
Gamaliel se acercó entonces al astronauta católico, y ocupó por unos instantes a su lado el puesto de Natanael. "Tom, antes de embarcarte ¿leíste la Biblia?" "Por supuesto". "¿Qué leíste?". "El salmo 8". "¿Lo meditaste? ". "Sí, y lo sigo meditando: Señor, Señor nuestro, ¡qué glorioso es tu nombre en toda la tierra!". "¿Podría repetir el pasaje que más te impresionó?". "Cómo no: Al ver tu cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú fijaste, me pregunto: ¿Qué es el mortal para que tú te acuerdes de él? ¿Qué es el hijo de hombre, para que tú lo cuides? Lo hiciste algo menor que los ángeles y lo coronaste de gloria y esplendor. Lo estableciste sobre la obra de tus manos. Todas las cosas fueron puestas por ti debajo de sus pies". "¿Sabes cómo empieza el salmo 9?". "Sí. Te doy gracias, Señor, con todo mi corazón. Yo anuncio todas tus maravillas". "Tom, cuando regreses a la tierra reza el Te Deum con tu mujer y tus hijos. ¿Lo harás?". "Lo haré, lo haré sin falta".
Gamaliel siguió volando a través del cielo. Las nubes se movían con esadez. En medio de esa masa copacta de nubes apareció un claro. Gamaliel juntó las alas y las enfiló hacia el boquete. Surgió ante su vista un imponente ejército de cumbres nevadas. ¡Los Andes! Gamaliel, majestuoso, rozó con sus alas los picachos. Abajo, muy lejos, más allá de los límites fijados por las nieves, había caminos, casuchas, animales y hombres. Por uno de esos caminos escarpados caminaba un joven. Gamaliel reconoció al ángel que avanzaba con las alas desplegadas junto al viajero solitario, dispuesto a evitar que éste se despeñara. "La Paz esté contigo, Rubén". "La paz esté contigo Gamaliel. ¿Qué misión traes?". Tengo que hacer entrevistas. El joven a quien guías, es cristiano?". "Sí". "¿Católico?". "Sí". "¿Lee con frecuencia la Sagrada Escritura?". "No. Nunca. No sabe leer". "Nadie le enseñó a leer". "Ya me voy, Rubén. Es todo lo que quería saber. Que Dios esté contigo". "Que Dios te acompañe, Gamaliel".
El periodista continuó su descenso. Abarcaba todo con su mirada. Las montañas, silenciosas, parecían observar su vuelo. Al pie de uno de los más severos monarcas andinos había un valle inmenso que atrajo la atención de Gamaliel. Aterrizó junto a una casita de adobes. Sentada a la puerta, una mujer hilaba. Su ángel guardián, Eliezer, dio la bienvenida al recién llegado. "Eliezer, ¿esa mujer es cristiana?" "Sí, Gamaliel". "¿Sabe leer?". "Sí". "¿Lee la Biblia?". "Sí. Cada día lee un rato los evangelios. Un pastor metodista le eseñó a leer y le regaló los santos evangelios". "Entonces, ¿no es católica?". "No, es protestante. Antes era católica".
Gamaliel se despidió de Eliezer y emprendió otra vez el vuelo. Durante el trayecto desfilaron ante sus ojos, chozas aisladas y ciudades. En un valle grande, abierto, una ciudad gigantesca, que contrastaba vilentamente con las otras ciudades que había visto Gamaliel, cobijaba a millones de seres humanos. el ángel periodista bajó. Aterrizó en una de las avenidas más populosas. No tardó en divisar al ángel Samuel, ocupado en evitar que una hija de Dios, confiada a sus cuidados, fuera atropellada por los coches. "La paz esté contigo, Samuel". "Cuánto te agradezco, Gamaliel". "Dime, ¿esa joven es católica?". "Es una católica ejemplar, Gamaliel". "¿Cómo se llama?" "Rosa Battaglia". "¿Puedo reemplazarte un momento yhablar con ella?". "Naturalmente, pero espera que llegue a su casa". Rosa Battaglia llegó a su casa, subió a su cuarto y se acomodó enseguida en un sillón. Gamaliel comenzó de inmediato el interrogatorio: "¿Leíste hoy la Biblia?". "Hoy no, pero ayer sí". "¿Qué leíste ayer?". "Las bienaventuranzas". "Yo te digo, Rosa, que verás a Dios porque tienes el corazón puro".
Una vez cumplida su misión, Gamaliel volvió a la morada de Dios. Atanasio lo esperaba ya en su despacho. "¿Y bien?". Gamaliel le contó todo con lujo de detalles. Atanasio lo escuchaba con paciencia angelical. Cuando Gamaliel terminó su exposición, el experimentado jefe de los ángeles periodistas habló a su vez. "Hoy mandé a la tierra millones de periodistas. Todos ellos se entrevistaron con católicos en distintos del mundo. Viendo el conjunto de los informes, podemos decir que la mayoría de los católicos practicantes sólo oye y lee la Biblia en las misas, y con frecuencia. Otros nunca han leído la Biblia, a pesar de contar con todas las facilidades para hacerlo. Algunos la leen y la meditan, pero no con frecuencia. Otros, felizmente, la leen y la meditan con mucha frecuencia, sobre todo en los grupos bíblicos, que se están difundiendo cada vez más.
Con lo que viste y acabo de decirte, ya tienes los datos necesarios para escribir un artículo en la revista "Misión Angélica". Quiero que informes bien a los ángeles custodios encargados de los católicos, acerca de la situación real en la que se encuentran sus encomendados. Los que tienen a su cargo a obispos, sacerdotes, religiosos, catedráticos de universidades, profesores de colegios y escuelas, catequistas y laicos comprometidos, deben hacer un esfuerzo mayor para sacudirse ellos y sacudir a otros de su inercia. Di que les den un buen tirón de orejas. Los ángeles de los que trabajan en las estaciones de radio y en los canales de televisión, deben insistir en que sus protegidos conjuncionen la meditación de la Biblia con la oración y con la labor a favor de los pobres, marginados y desplazados de sus lugares de origen.
Sin que abandonen la reflexión sobre la política y los problemas sociales, que les inculquen la necesidad ineludible de la oración. Diles que les digan que no se contenten que los seres humanos salgan de las angustias del suelo, sino que además, y sobre todo, intenten llegar a las alegrías del cielo. A los mismos ángeles jálales las alas para que no se dediquen únicamente a que los niños no se caigan de los árboles y a que los choferes manejen con precaución".
Gamaliel agitó sus alas en señal de asentimiento. Hizo una profunda venia y se retiró, y con un incesante batir de alas escribió su artículo, que se difundió rápidamente entre los ángeles custodios de los católicos, y de paso sea dicho, también entre los ángeles de todas las brigadas. La consigna, difundida a través del aire fue: "No ama a los hombres el que no ama a Dios".